Antes de recalar en Zubieta, la gran fábrica de talentos de Gipuzkoa, la Real Sociedad ha entrenado en muchos lugares. Comenzó en Atotxa, y después pasó por Mundaiz, Añorga o Cristina Enea. Incluso por el hipódromo.
Muchos aficionados hemos inundado las gradas de Zubieta durante un entrenamiento de la Real. Ánimos, aplausos, cánticos y esperas en el aparcamiento para poder charlar un rato con los jugadores, sacarse fotos o pedir autógrafos. Acudir a un entrenamiento ha sido y sigue siendo una de las grandes oportunidades para estar a lado los nuestros.
Otros muchos donostiarras recordamos ver al equipo trotar por el parque Cristina Enea mientras paseábamos tranquilamente, o entrenar sobre la gravilla de Mundaiz. ¡Qué tiempos aquellos!
Pero la Real siempre ha ido más allá. Todos los aficionados recordamos ver pasar al autobús de la Real por las calles de nuestro pueblo. Recordamos discutir con la kuadrilla sobre quién sería el jugador que el reflejo de la venta no dejaba ver. Recordamos alzar los brazos y gritar un «¡Aupa Real!» Una sensación única. Una ilusión.
Lo que es cierto es que siempre hemos tenido cerca a nuestros ídolos. A lo largo y ancho de Gipuzkoa, en Zubieta o en Cristina Enea. Donde sea, pero jugadores y aficionados, juntos.