En Gipuzkoa, aprendemos a ser de la Real en casa. Por eso, cada realzale tiene a otro en la familia.
Muchas familias de Gipuzkoa llevan en su ADN el ser realzale. El sentimiento por los colores txuri-urdin es algo que va traspasándose de generación en generación. Y en la mayoría de ocasiones, a cargo de familiares. Es el caso de exjugadores de la misma familia, como los Aranzábal, López Rekarte o Alonso, a miles y miles de aficionados. Buen ejemplo de ello es la familia Gurrutxaga de Elgoibar, que ya va por la cuarta generación. O los Agirre, los Altuna, los Otamendi, los Zabala…
Porque sea en el verde o en la grada, a muchos realistas nos une un mismo apellido: Realzale.